El proceso de globalización en el mundo ha generado cambios en el hombre, desde su migración o desterritorialización hasta su cultura, raza, nacionalidad y sexo; conduciéndolo hacia nuevos referentes identitarios.
Los individuos están inmersos en una realidad social, su desarrollo personal no puede disociarse del intercambio con ella, su personalidad se va forjando en su participación, en las creencias, actitudes, comportamientos de los grupos a los que pertenece. Esa realidad colectiva consiste en un modo de sentir, comprender y actuar en el mundo y en formas de vida compartidas, que se expresan en instituciones, comportamientos regulados; en suma en lo que entendemos por una cultura. El problema de identidad de los pueblos remite a su cultura[1].
La identidad nace, se construye, evoluciona y desaparece; y se determina por las características que los hacen diferente entre un grupo humano y el resto de la sociedad. A primera vista un grupo de personas se caracteriza por poseer símbolos, territorio e historia en común con el fin de enmarcarlos en un solo componente identitario.
Las personas de la posmodernidad ven la realidad y actúan en ella de distintas maneras, pero al hablar del sentido utilitario de los objetos a diferencia de la modernidad las cosas se descartan con gran rapidez a causa de lo precario de su duración, es decir, entre mas rápido se descartan los objetos y se sustituyen por nuevos, mayor es su dependencia, volviéndolos indispensables para la subsistencia de cada ser humano.
Las cosas se convierten en mercancías, se deja a un lado los valores y virtudes como la familia y el trabajo; y se valoriza la seducción, la simpatía y la espontaneidad por lo nuevo, que con su gran atractivo, su animación, su velocidad y el incesante movimiento se aumenta la desintegración de esta sociedad.
Por esto, el cambio de identidad se acelera con el tiempo por la metamorfosis que se sufre sobre éste y que da un orden que exige homogeneizar patrones de consumo, que difunde un modelo cultural y que genera actitudes motivadas a orientar la adopción de nuevos estilos de vida; y que al ser independiente de las formas que unos u otros asuman, lo que se difunde es una suerte cambiante del consumismo del humano-ciudadano. De este modo el deseo de la comunidad gira entorno a la interpretación de los consumidores que dan identidad compartida.
A partir de estos cambios de objetos y la identidad compartida de las poblaciones, en la posmodernidad colombiana se manifiestan transformaciones de una manera muy casual, las personas toman estos objetos del consumismo y bien sea quitándole o agregándole cosas, siendo totalmente empíricos en los campos de la ingeniería, arquitectura u otras áreas, logran cambios inusuales en los objetos, como los carritos de mercado convertidos en tiendas de dulces ambulantes y los autos adaptados a ciertos requerimientos de una familia o un trabajo, entre muchos otros.
Por lo tanto la posmodernidad es algo que cobija al ser humano hace pocos años y que lo tiene absorbido en múltiples formas que permiten que su capacidad creativa se desarrolle con un fin: la supervivencia.
[1] PRALONG, Verónica Cecilia.
[2] Tajfel, Henri. La catégorisation sociale. En S. Moscovici (Ed.), Introducción à
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