A nuestra sociedad le llegan las diferentes tendencias y estilos de todas partes del mundo, pero la influencia para mí, la más importante, es la propia; La memoria e identidad de una ciudad donde cada zona se ve afectada por esa huella que dejan sus individuos creando o simplemente transformando elementos que conforman un espacio.
El arte, la música, la filosofía, la tecnología, los ritmos, los olores, colores Y “sabores” son formas tradicionales de expresión y cultura, nuestros espacios demarcan un pensamiento de vida social.
Todo esto nos llega por medio de una publicidad de medios comunicativos, donde la sociedad del consumo rige el camino, el rumbo.
La forma cómo se habita un espacio, cómo llega el usuario a dejar marca en él, cómo se adapta a él, y cómo se apropia de éste dejando clara una identidad.
La imaginación de los “ignorantes” sobrepasa la de los profesionales, el ingenio con el que logran solucionar problemas estructurales, diseño, materiales y en general espaciales para la supervivencia donde aprovechan cada elemento en cualquier contexto en el que se mire es bastante interesante.
Es una forma muy peculiar de cómo se vive el espacio, cómo se habita, cómo se construye y se sobretodo cómo se TRANSFORMA.
La capacidad de comprender y aceptar la diversidad cultural o cultura de la pluralidad como costumbres, conocimientos, significados, habilidades, y formas de expresión, se convierte en un elemento primordial para enriquecer, potencializar, beneficiar y conservar una sociedad con identidad propia, única y absoluta. Así pues debemos desmaterializar la arquitectura, dejar a un lado el mero interés económico-rentable para construir una sociedad que reconozca características según su contexto e historia, diseñando con una clara visión hacia un hábitat cultural admitiendo su futuro.
La situación de la asimetría de las sociedades trae como consecuencia la desaparición de la producción original del hábitat popular, fomentando una universalidad absurda que carece de identidad donde las sociedades subordinadas cambian su cultura y comienzan a esconderse tras un “maquillaje superficial” que no genera una reforma real, ya que lo que no se conoce no se puede cambiar.
En nuestra ciudad, yo entiendo de esta forma la posmodernidad, donde cada habitante deja una huella sin igual!
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