La Posmodernidad entendida como la reinterpretación de las cosas en otras esferas, tales como: sociales, físicas y culturales se ve reflejada en nuestra ciudad de varias maneras:
En nuestra cultura, buscamos una apropiación de elementos cotidianos a los cuales les damos otro uso diferente al que tienen, todo con el fin de buscarles una nueva función que pueda servir para algo más. Esto se convierte en una recursividad o ingenio por parte del usuario, tratando así de “economizar” o simplemente ver que las cosas u objetos no son sirven únicamente para lo que fueron diseñadas.
Un simple negocio de flores un día domingo en el Cementerio de San Pedro se convierte en todo un acontecimiento, pues se valen de su recursividad en los elementos: la utilización de baldes de pintura para meter las flores, la utilización de su propia mesa a pesar de que les dan una mesa grande para hacerlo, pues la mesa de ellos es “la propia” para el arreglo de las flores y en la que les quedan más bonitas.
Al igual que existe una apropiación del espacio fuera del Cementerio, también lo hay dentro de él. Las tumbas pasan de ser eso, una simple tumba a ser unos espacios propios de culto donde son traídos a ellos todos los elementos propios del “usuario” de este espacio. Se traen elementos desde flores, portarretratos, adornos hasta los mismos escudos de los equipos a los que pertenecían sus dueños. Se da entonces una total apropiación de este elemento para adaptarlo y hacerlo más amable y suyo.
Y así como se da una apropiación de un espacio para volverlo propio, también se da una apropiación de elementos. Un ejemplo de ellos son las ventas ambulantes, en éstas se observa claramente como se disponen simples elementos como: canastas para echar las frutas, bicicletas para llevar el negocio, hasta un cochecito de bebé para montar las ventas que les funcionan perfectamente. Todos con el fin de adaptarlos a la cotidianidad a la cual deben responder diariamente para sobrevivir.
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